El lector tiene en sus manos una colección de relatos breves, estampas, cuadros de vida suspendidos, brochazos expresionistas que en pocas frases desgranan y desnudan toda una vida, ya sean las niñas enamoradas de un curilla, una primera comunión recordada en un charco de sangre, un marido zafio al que se empuja por el balcón, la vivencia terrible de parir un ángel muerto, o esa carta inacabada que nos habla del desencanto de la vida, vidas, como dice Sampol, «personajes derrotados que ni siquiera tienen el consuelo de triunfar moralmente ». Son estos relatos duros, tristes, que desgranan vidas que empiezan y que casi al empezar ya tropiezan y caen, vidas de perdedores, sobre todo, de perdedoras, mujeres que están en los márgenes porque su mundo ha sido aniquilado por los poderosos que disponen de destinos ajenos, o por una historia inflexible… Relatos más existenciales que existencialistas, porque aquí hay mas vida y testimonio que teoría literaria.