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La hermana, la extranjera
Título: La hermana, la extranjera / Autora: Maria-Mercè Marçal / Edición bilingüe / Traducción de Meri Torras y Ana Martín Puigpelat / ISBN: 978-84-121901-7-5 / páginas: 274 / PVP: 15 euros / Editorial Polibea
Hace más de veinte años de la desaparición de la poeta catalana Maria-Mercè Marcal (1952-1998). Según Pere Gimferrer, la mejor poeta catalana moderna. Traductora de Colette, Marguerite Yourcenar y las poetas rusas Anna Ajmátova y Marina Tsvietáieva, y ganadora del Premio de la Crítica en 1995, aparece hoy, en edición bilingüe, su obra cumbre, La hermana, la extranjera, traducida por primera vez al castellano por Ana Martín Puigpelat y Meri Torras, que acerca, al lector la voz de una autora singular, feminista y pionera, tanto conceptual como formalmente, en el tratamiento de la maternidad y el amor entre mujeres en la poesía catalana.
«La poesía de Maria-Mercè Marçal surge de la herida primigenia y desde la subversión culmina en la transformación y la trascendencia. Hay una voluntad transgresora y una voluntad de ofrecer una visión de la realidad y de la creatividad femenina. Una poesía escrita a partir del hecho consciente de ser mujer y que parte de la otredad, de la marginalidad en que se vive, a menudo, el hecho cotidiano de ser mujer; sin olvidar que las riendas las guía Afrodita, la diosa del amor pero también la diosa de la risa. (...) Como sabía muy bien Ajmátova, la poesía está conformada por grandes cantidades de basura. Entre el detritus brilla, en ocasiones, el oro y Marçal rescata ese oro huidizo. En el sustrato coexisten el exilio interior, la inadecuación, la extrañeza, la pérdida, el expolio. El deseo y su complejidad. La confusión, la humillación y lo indigno. Los poemas se deslizan con profundidad y destreza desde la tradición hasta la transgresión. Es la poesía que mezcla impulso, impaciencia, muerte, entrega y posesividad, alegría instintiva y odio de pasión y siempre la belleza. Esa poesía, que es una forma de vida, es muy difícil de traducir, así que se agradece el riesgo que han asumido Ana Martín Puigpelat y Meri Torras al emprender esta traducción y el logro de haber conservado el cosmos de la poeta, el misterio y la eufonía de la palabra de origen, el decir pulcro de una poeta excepcional, de una autora inmersa en la búsqueda incansable de la sabiduría a través de la belleza. Y se agradece que Martín Puigpelat y Torras amplíen la antigua orden sagrada de la lectura al traducir a la lengua castellana, con sumo respeto y acierto, a la poeta del deseo, a la poeta de la complejidad.» (Del prólogo de Neus Aguado.)
MARIA-MERCÈ MARÇAL nació en Barcelona el 13 de noviembre de 1952, pero hasta los diez años vivió en Ivars d’Urgell (Pla d’Urgell). En 1969, se trasladó a Barcelona en cuya universidad se licenció en Filología Clásica. En 1973, funda, juntamente con Ramon Balasch y con otros jóvenes poetas, la editorial Llibres del Mall. En 1976, ganó el premio Carles Riba de poesía con el libro Cau de llunes, que supone su entrada en el mundo literario, al mismo tiempo que se inicia en la militancia política del nacionalismo de izquierda y el movimiento feminista. De 1979 es Festanyal de l’aigua, que queda finalista del Premio Ausiàs March de Gandia. Los años ochenta suponen su etapa más fértil y de madurez poética y personal de Maria-Mercè Marçal. La maternidad y, en especial, el amor entre mujeres, asunto inédito en la literatura catalana hasta ese momento, son parte fundamental de obras como Sal oberta (1982), Terra de Mai (1982), más tarde incluida en La germana, l’estrangera (1985), que le valió el premio López-Picó. Desglaç, que recoge su producción entre 1984 y 1988, es su última entrega poética en vida. Durante esta década tradujo a Colette, Marguerite Yourcenar, Leonor Fini y —en colaboración con Monika Zgustová— a las poetas rusas Anna Ajmátova y Marina Tsvietáieva. Después de algunos breves intentos en el campo de la narrativa, publicó su única y extensa novela, La passió segons Renée Vivien, galardonada con el Premio Carlomagno 1994; Premio de la Crítica 1995; Premio de la Crítica Serra d’Or 1995; el Joan Crexells 1995, el Prudenci Bertrana 1995 y el premio de la Institución de las Letras Catalanas 1996. En los últimos años de su trayectoria, impulsó la creación del Comité de Escritoras, dentro del Centro Catalán del PEN Club, con el objetivo de recuperar la obra literaria femenina y promover la visibilidad y la interrelación de las escritoras actuales. Después de unos años de lucha contra la enfermedad, en la que escribió gran parte de la recopilación póstuma Raó del cos (2000), murió en Barcelona el 5 de julio de 1998. Es también autora de una recopilación, publicada póstumamente, de artículos y conferencias de ensayo literario y de pensamiento (Sota el signe del drac. Proses 1985-1997).